domingo, enero 28, 2007

XXIV




Ayer no era 24 pero me dí cuenta de que ha pasado más de un mes de la Navidad.


Con diferentes personas he comentado el fenómeno desde hace años: ¿se pierde el espíritu navideño con el paso del tiempo?; ¿será que cuanto mayores nos hacemos, menos vivimos la ilusión y el temor de la Navidad?


Sólo los niños mantienen la inocencia y la sonrisa cuando llegan estos días.


¿volvemos a hacernos niños cuando ya somos viejos?. ¿No podemos hacer nada para que eso suceda antes y recuperar la infancia más pronto?




Navidad es calor de hogar, chimeneas encendidas, luces en las ventanas, simpatía injustificable y tolerancia con lo ingrato. Es amor también, y frío y nieve. Es olor de pino en las casas, aromas de cazuelas cociendo platos de mamá, de la abuela...


Nos reunimos muchos y hay que olvidar los malos ratos, las rencillas; hemos de abrazarnos y besarnos, y dejar que quien no lo quiera así lo viva a su manera.


En casa, con mis papás y familia, recuerdo las navidades más bellas; la espera con todos los pequeños reunidos en tensión hasta que se abría la puerta hacia el salón. Todos arreglados y limpios guardaban turno por edades en una cola que formábamos hasta entrar a ver al Niño Jesús en su pesebre, al pie del árbol.


Y, en derredor, ¡muchísimos regalos!. Los mayores sonreían mientras los demás abríamos paquetes llenos de ilusión. La puerta de la cocina se abría y se cerraba dejando entrever los misteriosos guisos de aquella noche.




¡Feliz Navidad a todos!
-el abeto de la foto lo plantamos mi padre y yo hace muuchos años, después de que hubiera sobrevivido a un mes de celebraciones, guirnaldas, lucecitas de colores, humo -porque entonces se fumaba- y ataques de niños navideños.

1 comentario:

TATA dijo...

¿ataques de niños navideños?...un respeto, que nos tenían a raya. Sólo recuerdo un año que colgaron galletas de Navidad y claro...

Y bien bonitoq ue estaba el árbol, eh?

Kisses TATA