viernes, junio 08, 2007

TEMPUS FUGIT

Cuando uno se decide a poner nombre a un establecimiento debe saber que -hasta cierto punto- se la juega.
Lo que pasa es que frecuentemente estos lugares de apariencia rancia sirven los platos con más cariño, honestamente.
No reniegan de su modernidad, ni la rechazan.
Es algo como la materia: ni se crea ni se destruye; simplemente se transforma.

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